En todas las regiones del mundo, la combinación de cereales y leguminosas existe en la agricultura desde hace mucho tiempo, si no desde su origen (Salmerón, 2016).
Esto se debe a sus ventajas agronómicas (entre ellas la fertilización nitrogenada a través de la biodegradación de las leguminosas) además de los beneficios nutricionales de la asociación alimentaria cereales-legumbres, completando juntas sus proporciones de proteínas y carbohidratos. Sin embargo la popularidad de su consumo ha ido fluctuando, pasando de ser “la carne de los pobres” para una clase social que no tenía acceso a productos cárnicos, a ser, a principios del siglo XX, el producto estrella de las identidades gastronómicas locales promovidas por la nueva clase media con los potajes de legumbres secas autóctonos y variados, considerados entonces como la joya culinaria de los pueblos (Clemente, M. de Ron 2016). Su consumo vuelve a declinar después de la Segunda Guerra Mundial, ante el mayor acceso a productos cárnicos, así como a productos transformados a base de cereales. Las legumbres están cada vez más destinadas para el consumo animal, mercado en el cual las legumbres sufren la competencia directa con las importaciones estadounidenses de soja (Magrini 2016). Por lo tanto, se hace difícil promover las legumbres entre los agricultores, ya sea para consumo humano o animal. En 2014 empieza a aparecer en Europa la voluntad de salir de la dependencia proteica, apoyando la diversificación de cultivos (Pago Verde), pero sin establecer ningún incentivo directo para la producción de leguminosas. En los últimos años, tanto los países europeos individualmente como la Unión Europea, están viendo la necesidad de aumentar la producción y consumo de leguminosas en el viejo continente, como parte de su estrategia para la neutralidad climática (Pacto Verde) aspirando a un sistema alimentario más sostenible (estrategia “Farm to Fork”).
Con este contexto de fondo y ante este gran reto actual, el Grupo Legsapiens ha realizado una serie de entrevistas a productores en las 3 zonas de estudio (Centro, Duero y Ebro) para conocer de primera mano e identificar los desafíos a los que están haciendo frente el sector productivo de las leguminosas grano, considerando todos los aspectos de la cadena de valor: desde aspectos más agronómicos, socio-económicos y organizacionales, aspectos ligados a los siguientes eslabones (como son las labores post-cosecha y comerciales y de distribución), hasta llegar al consumidor final:
- Aspectos generales (perfil, trayectoria y motivación del productor)
- Detalles técnico-productivos (superficie, rotaciones y asociaciones, especies, labores, malas hierbas, insumos y maquinaria, etc.) y principales problemáticas
- Labores post-cosecha realizadas y externalizadas (limpieza, calibrado, envasado, transformación, almacenaje, transporte) y principales problemáticas
- Comercialización (canales y mercados a los que se destinan las producciones, labores realizadas y externalizadas, precio, etc.) y principales problemáticas
- Aspectos socio-económicos (Financiación y ayudas, gastos, etc.) Producción ecológica (potencialidades)
En total fueron entrevistadas más de 30 personas, de las cuales la mitad tienen la totalidad o parte de su producción certificada ecológica. Están repartidas en las diferentes provincias de las 3 zonas de estudio:
- Zona Centro: Madrid (3), Guadalajara (3), Toledo (2), Cuenca (1), Ávila (1).
- Zona Duero: Salamanca (5), Burgos (2), León (1), Palencia (1), Valladolid (2), Zamora (2).
- Zona Ebro: Lleida (7) y Zaragoza (2).
El análisis de los resultados de estas entrevistas está en curso y se presentarán las principales conclusiones en los próximos meses.